Comienza un año nuevo, 365 días para empezar a hacer todo aquello que llevas tiempo queriendo comenzar, generar esos hábitos que te van a venir tan bien, una lista llena de objetivos por cumplir.
¿Te suena? ¿Cuántos de esos objetivos se han repetido con los años?
Que comience un año nuevo no implica que tengamos que hacer una larga lista con objetivos por cumplir simplemente porque las redes sociales o nuestro entorno se llenen de ellas.
Hoy te propongo una cosa diferente: no hagas nada, no te propongas nada.
Sí, sí, has leído bien, no te propongas ningún cambio durante esta semana. Deja que la euforia inicial disminuya para poder reflexionar tranquilamente sobre tus necesidades y elaborar un plan de acción adecuado.
No podemos pretender cambiar nuestro estilo de vida simplemente porque cambiemos de año, no es realista y lo único que obtenemos con ello es frustración al no poder mantener esos cambios.
Por ello, durante esta primera semana del año, en lugar de comenzar con cambios precipitados intenta pensar en lo siguiente:
¿Conozco mis necesidades?
¿Cuáles de esas necesidades son exclusivamente mías? Identifica aquellas que provengan de la familia, amigos, conocidos y de la sociedad.
¿Identifico qué me está impidiendo conseguirlas?
¿Qué me ha funcionado y qué no de lo que he hecho en el pasado?
Una vez hayas reflexionado sobre estas 3 preguntas, tendrás mucha información para poder elaborar un plan de acción que se ajuste a tus necesidades, teniendo en cuenta aquello que te ha funcionado y lo que no para que se mantenga en el futuro.
Y si después de todo no lo tienes claro, no pasa nada. No te obligues ni te fuerces, no tienes por qué tener objetivos nuevos para cumplir, simplemente date tiempo para ti.
¡FELIZ AÑO NUEVO!