¿Cuántas veces has deseado que un pensamiento desaparezca?
¿Cuántas veces te has dicho “no quiero pensar esto”?
Estoy segura de han sido más de las que te gustaría, pero ¿qué ocurre si te digo que no pienses en un elefante rosa? Efectivamente, ahora posiblemente no te puedas quitar esa imagen de tu cabeza. Con los pensamientos ocurre lo mismo.
Empecemos por el principio, en nuestra cabeza siempre van a haber pensamientos porque eso quiere decir que está funcionando correctamente. Por lo que dejar la mente en blanco es algo imposible, ya que nuestro cerebro está recibiendo continuamente estímulos que va procesando y vamos recibiendo esa información.
Por lo tanto, los pensamientos no son algo que podamos controlar, y cuando adoptamos una actitud de rechazo o lucha hacia ellos, lo que vamos a conseguir es que se mantengan más tiempo y/o que aumente su intensidad. Recuerda al elefante rosa.
Sin embargo, tener esa respuesta es normal ante aquellos aspectos que nos generan malestar ya que es una forma de defendernos, como cuando acercamos nuestro dedo a un cactus y en el momento en el que empezamos a sentir dolor lo alejamos lo más rápido posible.
Lo que ocurre en estos casos es lo siguiente. Imagina una cadena donde el primer eslabón serían los pensamientos (interpretaciones de una situación); éstos se conectan con una emoción que sería el siguiente eslabón; y, finalmente, eso nos lleva a tener una conducta, el último eslabón. Tendríamos: pensamiento – emoción – conducta
Pongamos un ejemplo:
“No voy a poder” – vergüenza, ansiedad, inseguridad, etc. – Evito ir a un evento
Ante este patrón, es normal que queramos deshacernos del pensamiento o que luchemos contra él porque nos impide, por ejemplo, hacer algo que queríamos. Cuando este patrón se repite, lo que ocurre es que ese pensamiento ha pasado a verse como algo real, importante, algo que nos define y, por lo tanto, que nos limita (no nos deja hacer algo que queremos); pero, si nos paramos un momento, ¿qué es un pensamiento? Un conjunto de palabras que tienen un significado y nada más, no tiene por qué ser real, ni importante, ni por qué definirnos, ni por qué limitarnos.
¿Qué cambio hemos introducido ahí? Lo que cambia es cómo gestionamos ese pensamiento, cómo lo afrontamos.
¿Buscabas una varita mágica que eliminara los pensamientos? Siento decirte que no existe.
La buena noticia es que podemos aprender a gestionar los pensamientos de forma diferente, sin tanto malestar ni sufrimiento.
Lo que te he contado aquí es solo la base, ese primer paso que implica el cambio de visión que posiblemente tengas sobre los pensamientos, pero se pueden dar muchos más pasos.
Si a ti también te ocurre que te descubres luchando contra los pensamientos, hay otra forma de gestionarlos.
Si tú también quieres aprender cómo, estaré encantada de acompañarte para que puedas ir dando todos los pasos necesarios, puedes pedir cita aquí o solicitar más información aquí.
No estás solo/a.
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